viernes

Índices de pobreza

Al verla entrar, desarreglada y huesuda, su mirada inquieta, más bien, desesperada, abrió la puerta a un recuerdo callejero: ella misma, una noche de vagar por el centro, me había pedido dinero y, al recibir mi negativa, se despachó en improperios y reniegos contra todo, alejándose lentamente de otro más que no le daba nada.
Hoy no era la loca de la calle, sino la mamá de una niña a quien me llevó el trabajo de visitas institucionales diseñado para ayudar a superar las pobrezas.
Supe que no vive con ella, que se desvive por las sustancias que la consumen y que la niña, dulce como su nombre, está mucho mejor con su abuela y su tía.

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