jueves

Iluminación cotidiana

En una casa, que no es casa, ni tonel, ni tugurio, vive él. Al oscuro, debajo del polvo acumulado, duermen los libros que ha apilado a lo largo de años, leyéndolos hasta el cansancio de su vista que ya comienza a dejarlo solo con sus recuerdos.
Agotado de las mismas preguntas de siempre, interrumpe, cada cierto tiempo, la visita institucional, porque, para él, resulta más importante contar una historia cuya síntesis bien puede ser una frase filosófica antigua: "como ve, en esta casa, que no es una casa, yo vivo apenas con lo que necesito, el aire para respirar, las palabras, el agua y, de vez en cuando, cuando tengo hambre, un caldito...".
Todos los temas llevan a otra cosa y, aunque la visita y su protocolo son largos, la conversación se hace más larga, pero no por ello menos interesante. Siento que salgo de una caverna donde se refugiaron las ideas puras, cansadas de ser juzgadas y, a partir del momento en que cruzo el umbral, los árboles, el cielo, los cantos de los pájaros y, en suma, toda la realidad, se han hecho más claros; la llama que antaño proyectaba las sombras dentro de la antigua caverna es, ahora, la linterna que llevo a plena luz del día.

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