sábado

El influjo de Jezabel

En Colombia es normal dedicarse al delito; desde los grandes delitos como el narcotráfico hasta los más pequeños como el robo callejero, existe una actitud social que los acepta y los aprueba. Y no sólo está clara en las reacciones ante la anécdota, llenas de naturalización y aceptación, cuando no están cargadas de convenciones que culpabilizan a la víctima del delito: desde el insulso, pa' qué es bobo, hasta el más naturalizado, 'ya perdió'. Todas son manifestaciones de una inversión de los valores que sorprende en Medellín, por el rápido cambio que coincide paranóicamente con los más descarados amoríos estatales con las organizaciones delincuenciales. Del tan común linchamiento público del ladrón al ya perdió feo en menos de una década... Polaridad de polaridades, nada más que polaridad. Nada de integración. Ahora estamos en el otro lado del campo de fuerzas.

Pero no es sólo en el pueblo donde se evidencian estas aquiescencias. Un asunto tan básico como denunciar un robo callejero con las pérdidas que éste dejó, no es ya un informe con el cual la policía toma nota de los hechos, fecha, hora y lugar, lo cual le permitiría llevar seguimiento de las zonas con mayor índice de inseguridad y efectuar movimientos que los contrarresten. En la página de internet de la policía nacional, www.policia.gov.co, no aparece una clara diferencia entre pérdida de documentos y robo de documentos, el formato de informe no admite relato de los hechos, tan sólo fecha y hora, sin lugar específico, sólo la ciudad donde ocurrieron. Está claro que un documento de estas características no puede llamarse 'denuncio', como popularmente es nombrado. Tan sólo se trata de una constancia de que alguna vez se dejaron de tener, por extravío, tales y tales documentos y tales y tales objetos con tal y tal marca y referencia...

Pero la gravedad del tratamiento obedece a la gravedad del delito, como se trata de un delito "menor", o sea una pendejada, algo que no vale la pena, pues no vale la pena realizar un denuncio de verdad. Tampoco vale la pena buscar a los ladrones porque la pena que les pondrían también equivale a la gravedad del delito, o sea una pendejada.

Aparte de eso, como el documento de constancia de pérdida (ya no denuncio) no es claro en quién recae la responsabilidad de dicha pérdida, la registraduría y las demás entidades que te expiden sus documentos, tampoco hacen ninguna distinción entre pérdida y robo, cobrando por igual la expedición de dichos documentos. Entonces, aparte de que te robaron, no sólo quedás como una güeva que botó los papeles, sino que también te cobran nuevamente por ellos.

Pero no sólo para este tipo de delitos se aplica dicho funcionamiento social, porque los desplazados también "perdieron" y están siendo castigados con la indolencia de parte del ciudadano y el desprecio de parte del funcionario; las comunas también "perdieron" y están siendo castigadas con grupitos de 'cuidadores' que se aprovechan del miedo que inspiran sus armas, están siendo castigadas con la infamia de algunos candidatos que se llenan la boca diciendo mentiras acerca del conflicto que aún viven y están siendo castigadas no teniendo más opción que votar por esos mismos delincuentes que aún están de amoríos con esa puta Jezabel que llama a lo malo bueno y a lo bueno malo, seduciendo a sus hijos con el brillo de sus riquezas y la celeridad con que se las consigue para destruirlos como lo hizo con su primera víctima Acab.

Pero los perros comerán sus huesos y no quedará nada que enterrar.