miércoles

"De nada sirve escaparse de uno mismo" Moris.

Nos dirigimos a Google como si fuera el oráculo de delfos, con la esperanza de que encontremos lo que buscamos. Con la esperanza inútil de que el motor de búsqueda nos lea el alma y descubra nuestros deseos y necesidades más profundas y vitales y nos muestre en un pantallazo las soluciones existenciales que se esconden detrás de aquellas sensaciones sentidas tan complejas, como si fuera un sabio infalible de la antigüedad y tuviera las agallas y el tacto para ponernos frente a frente con nuestros propios miedos y dolores sin hacernos huir.

Leer la vida de algunos artistas contemporáneos que terminan locos y alienados por las drogas y los excesos, encontrar que esta cosa que creemos tangible y que llamamos vida es tan lábil que puede apagarse como una llamita al viento o quedar como un rescoldo que busca un soplo divino para volver, tal como se apagó la de Tanguito y la de Cerati espera un soplo vital. La inminente fragilidad de la vida, aún en condiciones favorables genera una especie de vértigo espiritual que en estos tiempos tratamos de solucionar de formas incompletas y pueriles. Si no intentamos anestesiarnos con cualquier sustancia u ocupación inútil, que es la solución más común, hacemos una variante de esta última y nos dedicamos a cuestionar a Google con algunos de nuestros complejos y sentimientos, tratando de encontrar a álguien más que los viva y reconozca, buscando resonancia. Pero lo que hallamos es un eco de nuestras preguntas. El problema no está en el oráculo y la técnica con que se le interroga, ya que allí no está la solución. El problema es que nos hacemos caso omiso y negamos lo que ya sabíamos desde el principio de este texto: la respuesta está detrás de nuestras sensaciones. A quien hay que interrogar es al ser que las siente. El oráculo sólo devuelve las preguntas y revuelve el vacío que ya se tenía, dando lugar a la necesidad de volverse sobre si mismo que es el principio para hallar la solución al vacío y la tristeza que vagamente aluden a la futilidad de la vida de aquellos artistas o de cualquier otro que nos interese, porque en realidad son sentimientos y sensaciones nuestras que al contacto con historias que nos conmueven, resuenan y se suscitan reacciones personales de búsqueda, reacciones inquietas que tratamos de embobar usando al gran psicofante de la internet, ¡como si fuera tan facil engañarse a uno mismo...!