martes

Res puesta

Tomarse en serio a algunas personas puede significar un error irremediable.
Pocos son los sobrevivientes de semejantes errores. Algunos no recuperan la sonrisa, otros se quedan chapaleando en el remolino de la desconfianza, los otros, simplemente, se esconden como si no hubieran sobrevivido, como si prefirieran haber muerto para siempre. Hay, también, quienes pasan por todas estas formas y, algunos, como yo, les agregamos otras, hasta que por fin, algún día, lentamente, recuperamos la risa, el brillo de la mirada, la velocidad en las piernas, el brinco, el canto y la carcajada.
Por eso, cuando nos preguntan si nos hemos divertido, sabemos que por fin lo estamos volviendo a hacer, libres; pero es una pregunta que, lo sabemos, no pregunta nada, por lo que contestamos con un vacío y displiscente sí.

viernes

Índices de pobreza

Al verla entrar, desarreglada y huesuda, su mirada inquieta, más bien, desesperada, abrió la puerta a un recuerdo callejero: ella misma, una noche de vagar por el centro, me había pedido dinero y, al recibir mi negativa, se despachó en improperios y reniegos contra todo, alejándose lentamente de otro más que no le daba nada.
Hoy no era la loca de la calle, sino la mamá de una niña a quien me llevó el trabajo de visitas institucionales diseñado para ayudar a superar las pobrezas.
Supe que no vive con ella, que se desvive por las sustancias que la consumen y que la niña, dulce como su nombre, está mucho mejor con su abuela y su tía.