jueves

Humus

La paz lograda con esfuerzos personales, disciplinas de amor propio, monólogo interior, distancia, soledad, circunspección, llanto, desprecio y agradecimiento, es una paz sólida, duradera, apoyada en la verdad íntima.
Sin embargo, pertenece al mundo; no está aislada de lo que leen los otros; no está, tampoco, a su merced, pero se ve afectada por esas lógicas y reacciones externas que creen tener autoridad para hablarte como a un infante, desconociendo tu trabajo y tu dolor, como un punzón que se empeña en abrir las cicatrices y hacerlas heridas permanentes.

¿Acaso no sabes, también, que me alejé completamente? ¿No reconoces que tuve tiempo para irme y negarme; para podrirme y transformarme?
Ya no soy más que humus, y tú crees que soy un niño.
Humus es lo que soy; putrefacción devenida en vida.
Humildad, humanidad, cuya voz silenciosa reclama, como la sangre del hermano muerto, la justicia del respeto.

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